Ricardo Darin

 

“No tengo pudor de mostrar mis emociones”
26/03/11

 

Ricardo Darin
Ricardo Darin

Es uno de los mejores actores argentinos. Pero no se la cree. Sensible, frontal y sincero habla del país, sus hijos y su pasión por actuar.

HUMILDE. “QUIERO SACARME LA ETIQUETA DE QUE SOY UN FENÓMENO”, DICE.
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Ricardo DarínEn este momento de tu vida y del país, ¿qué es lo que más te preocupa? Lo que más me preocupa es la tensión que viene de afuera con respecto a los chicos. La jungla está muy hostil y el lugar de contención debe ser necesariamente la casa y uno no tiene las herramientas necesarias para contrabalancear la gran inseguridad que se ve afuera.

Lo que más te preocupa entonces son tus hijos adolescentes Sin duda. Lo que más me preocupa son mis hijos, los hijos de mis hermanas, los hijos de mis amigos, nuestros hijos, los chicos. Los que están en la calle también, mucho. Antes uno no veía la hora de irse de su casa para ganar la calle porque ahí estaban todas las experiencias. Hoy, ir a la calle es casi un viaje de ida sin retorno en muchos aspectos. Metafóricamente la calle no la podés ganar porque está tomada. No sé si estamos capacitados para entender cuál es la real sensación térmica que hay en estos momentos. Es muy confusa la situación. Por un lado, en sí misma la adolescencia es muy revolucionaria. Estás tratando de averiguar quién sos, qué querés, para dónde vas a caminar, que tus elecciones sean las acertadas, estás buscando un grupo de contención, tratando de reafirmar cosas, y al mismo tiempo tenés que despegar un poco de tu familia para crecer.

¿Se puede decir tranquilamente “la calle es una jungla” sin resultar derechoso? Se puede pensar pero no se puede decir. Yo no creo en ese tipo de cosas. Está claro que no estoy pidiendo mano dura. Está demostrado que no sirve para nada.

¿Cómo hacer en estos tiempos, cuando la realidad política se presenta como K o anti-K, para no mirar el país de esa manera? Nuestro problema más grave es ponernos de acuerdo. Los argentinos somos bárbaros hasta que nos tenemos que poner de acuerdo. Todos tenemos algún talento, alguna capacidad, algún don, generosidad. La pregunta obligada es: ¿por qué no nos podemos poner de acuerdo en algo tan básico y fundamental como el bien común? ¿Por qué seguimos discutiendo cosas que los países más o menos serios ya no discuten? Como qué hacer con la educación y la seguridad. Hay temas que no se discuten más, seas de derecha, de izquierda, de arriba o de abajo. ¿Cómo hablar del bien común si hay alguien que cree que yo soy su enemigo y yo creo que hay gente que es mi enemiga? Sincerémonos.

¿Por qué decidiste involucrarte tanto en la contaminación de las mineras en la Argentina? El tema no es contra nadie, es a favor de todos. Un funcionario de la provincia de Santa Cruz dijo que las minas generan una gran cantidad de puestos de trabajo. A mí de eso no me cabe ninguna duda. También sería terrible la cantidad de puestos de trabajo que se perderían si se termina con el narcotráfico. Si vamos a exagerar, tratemos de que se entienda bien. Si hay algo que contamina, contamina. Mejor busquemos la forma para que no lo haga. A lo mejor hay otras fuentes posibles de trabajo sin necesidad de que estemos destruyendo el futuro. Porque lo que estamos haciendo es eso. Sé que hablar del futuro es un tanto idealista, utópico, cuando tenemos que resolver el presente. Pero es una nuestra obligación. Va a existir el reclamo generacional.

¿Por qué elegiste esta causa? Yo no elijo la causa. Las causas me movilizan, me llegan. Me parece que ésta me llegó. Y cuesta mucho poner la cara porque sabemos que hay intereses muy grosos de guita detrás, da un poco de miedo. Lo que noto es que hay mucho miedo dando vuelta, de decir las cosas que uno piensa, lo que uno cree. La verdad es que soy un muchacho de 54 años y ese miedo ya lo pasé en otra época. Y si tuviera la sensación de que estamos próximos a vivir una etapa como aquella, no tendría miedo, me cagaría de miedo. Porque la memoria emotiva es contundente. Esto no es en contra de ninguna minera, les pido perdón a las mineras. Las minas siempre me cayeron bien (risas).

Tu hijo varón quiere ser actor. ¿Con vos es crítico o piadoso? Muy crítico. Me hace planteos sobre cosas que cree que me equivoco. Me critica cierta bohemia mía. El no termina de entender por qué yo no soy más canchero, más vivo, más piola con la guita. Por qué no tengo una visión más sagaz. Y yo soy un estúpido que no va a cambiar a esta altura (risas). En casi todo lo que me plantea tiene razón; además, laburó en producción y se enteró de todo (risas).

Entonces cuando aceptaste hacer publicidad con Susana Giménez tu hijo se alegró.

Siempre tiene alguna cosa en contra. Debe pensar que me pagaron la décima parte de lo que me correspondía, que yo no sé pelear por mis derechos. Pero tenemos muchas coincidencias también, sobre todo en cuestiones artísticas.

¡Vas con tus hijos a desfiles! Yo hago cosas rarísimas. En cualquier momento termino desfilando. Fui a acompañar a Flor y a mi hija Clara. Supongo que ella chapeará de alguna forma. Les resulta muy amable mi canje. (risas).

Sos uno de los mejores actores argentinos, reconocido en España, recibiste infinidad de premios, sos la imagen de una marca de ropa glamorosa… ¿Cómo se hace para no creérsela? No sé si no me la creo. Yo creo que no me la creo. En el día puede haber un momento, de 14 segundos, en que me regocijo. Eso es un diálogo permanente que uno tiene consigo mismo. Y de la misma forma me pego, feo, no me dejo pasar una, me conozco y sé que me tengo que tener cortito. A veces, alguna dejo pasar y aflojo, no soy tan severo conmigo mismo. Me parece que es una elección de supervivencia no creértela.

Darin Ricardo
Darin Ricardo

Y en el momento en que te la creés, ¿qué sentís que es bueno de vos? Hay algo que tengo bueno, no es un merito mío, pero impacta, me abre puertas y corazones: no tengo pudor a la hora de mostrar emociones. Es decir, puedo cagarme de risa y hacer cagar de risa a un grupo de personas y también puedo ponerme a llorar desconsoladamente y sumergirme en profundidades y no me da vergüenza. No estoy en eso de “esto se hace o esto no se hace”. Lo que ofrezco profesionalmente es una especie de alma en carne viva. No es deliberado, es lo que me pasa. Yo estoy en carne viva. Todos los temas son importantes para mí. Soy un ser privilegiado en muchos sentidos, me va bien, pero tengo mis quilombos, sufro, hay gente que sufre cerca mío. Y estoy atento a todo eso, es decir, no tengo derecho a creérmela, sería un desubicado. Trato de ser conciente del lugar en el que estoy, cuál es mi eje, cómo funciono.

¿Por qué elegiste protagonizar “Un cuento chino? Me divirtió mucho el planteo. Quiero sacarme de encima la etiqueta de que soy un fenómeno y de que tengo que tratar los temas que son súper importantes. Es un planteo inteligente, con un humor muy ácido, quiero mucho al autor y director, que es Sebastián Borenstein, nos debíamos un trabajo juntos. Tengo que darme el gusto de hacer cosas que me gustan. No es una historia trascendental, es una historia divertida. No le va a salvar la vida a nadie.

¿Es un alivio? Es un alivio. La sacralización de las cosas termina pateando en contra. Me gustaría que la gente fuera a ver esta película nada más porque tiene ganas de verla. No porque es imprescindible. Si no tienen ganas, que vayan a ver otra.

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